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“Saber hacer pie en la propia existencia”

Si no sabés por dónde seguir…
volvé, para saber de dónde venís.

"De una a otra orilla"


Empieza lo nuevo, lo que viene, lo que llegará pero también lo que se va, lo que se pierde, lo que no vuelve, lo que se deja... Época de conclusiones, de reconocer el paso del tiempode combinar sentimientos duales, mezcla de nostalgias y alegrías. 


Parece inevitable escaparse del tiempo de balances, ese tiempo que no es más que un recorrido subjetivo para revisar logros y fracasos, pero también la oportunidad para construir nuevos proyectos y reafirmar viejos sueños incumplidos. Lo importante en este recorrido es poder encontrarnos con el deseo de quién queremos ser.

Hay un fin, algo que concluye, que termina, que será pasado rápidamente y eso trae consecuencias en el alma humana. Porque lo que se pierde se duela y el duelo, duele.

Dependerá de cómo fuimos transitando nuestras pérdidas en la vida para que hoy nuestro ánimo se inquiete, se acelere, decaiga o se mantenga sereno, optimista y expectante de poder cambiar lo que no se pudo hasta ahora.

Se reabre la posibilidad de una nueva oportunidad, una ilusión de renovación que también puede derivar en fracaso si los deseos son imposibles de alcanzar. Entonces, la primera revisión sería plantearse escenarios posibles para concretar las metas y disfrutar de lo logrado. Los triunfos, en definitiva, no son más que procesos que llevan tiempo y dedicación.

Un ciclo se termina y otro vuelve a empezar pero no podemos saber exactamente cuál es ese punto de corte. Me sirve más pensar en la idea de un movimiento continuo, como si pudiéramos construir un puente que conecte el patrimonio de lo vivido con la riqueza de los sueños disponibles y con la realidad personal de cada uno. Un puente que resulte ser un diálogo de doble mano entre el ayer y el hoy, entre todas aquellas experiencias y aprendizajes que atesoramos en el interior de todos nosotros para convertirse en una fuente de la cual podemos nutrirnos siempre, porque es abundante, generosa e inagotable.

Y no hay recetas, sino el deseo y la predisposición para moverse de una a otra orilla, con el necesario atrevimiento que eso conlleva y con la certeza de que se puede hacer pie en la propia existencia para armar el propio camino.

Empecemos por hoy. Tomemos en este día la dimensión de la paz, de la tranquilidad y del encuentro. Podemos hacer que este Año Nuevo sea un tiempo esperado, un tiempo oportuno para que muchas cosas puedan comenzar a renacer y sentir que podemos abrirnos puertas y facilitarnos un ingreso a medida donde luego, mucho de lo soñado pueda ser posible.

Al final uno juega su vida por un puñado de felicidad, reconoce como válidos algunos momentos para lograrla y sabe que la necesidad de buscarla no se termina nunca. Por eso siempre tiene sentido seguir luchando por lo que se tiene, por lo que se cree y por lo que se espera...


¡Feliz año para todos!